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viernes, 27 de diciembre de 2013

Arengas para Juegos de Tronos





En las épocas medievales se disputa mucha batalla. Primero para defender tu terruño y después, según la ambición de cada cual, para conquistar terruño ajeno. Y como no se pueden acometer estas contiendas en solitario y te encuentras con que “la gente colabora cuando le viene bien, es leal cuando le viene bien, ama cuando le viene bien y mata cuando le viene bien” (leyenda allende del Muro) , el primer asalto consiste en encontrar partidarios. Y cuando los tienes, en  convencerlos de que lo pongan todo al servicio de tus propósitos.  Complejo. Por eso se inventaron las arengas y los masters en liderazgo.



Fuck the Guard, fuck the City, fuck the King,  
la sinopsis del hartazgo de lealtad de Sandor Clegane.

Solo Robb, el gallardo príncipe del Norte  goza del romántico privilegio de ser coronado por sus vasallos:





Los norteños no tienen espacio ni para la frivolidad ni para el placer. Son como las religiones.  Viven con la carga de la perfección y solo saben tomarse la vida en serio. Los Stark se sirven del honor, la lealtad y la justicia para reclutar seguidores. Valores muy nobles pero, como toda carga moral,  orientados a predicar incuestionables deberes hacia la causa de lo establecido.  
Robb apela a las virtudes de sus norteños y confía el resto a la táctica militar. Es un gran general y al igual que Jon Nieve  “No sabe nada”.  No conoce las verdaderas pasiones de los hombres. No sabe del sol de verano. Ni de vicios. Ni de incesto, ni de demonios. Ni de traiciones.

Bolton dando muestras de su lealtad... a los Lannister

La partida que se juega en Canción de Hielo y Fuego proporciona un catálogo de situaciones en las que observar cómo hay que entregarse sin descanso a convencer a los demás. A veces hace falta un buen discurso, otras resulta más convincente la astucia.

Artimañas de una loba

En los siete reinos no solo tienen que ejercitarse en el juego aquellos que pretenden ganar, si no todos los que por suerte, casualidad o desgracia se encuentran en el tablero. Incluyendo mercenarios,  putas o niñas huérfanas,  quienes deberán intrigar para salvar la vida y procurarse sustento. Porque a sus señores lo único que les importa es el Trono. Todo lo demás   (eliminar rivales, el amor fraterno, el otorgar favores, el captar adeptos y las fiestas y los casorios) son efectos de esta empresa principal.


Para asegurar la lealtad de los fieles se les arenga y  van regios al combate con la promesa de gloria,  oro, títulos…  y se asegura un poco más su entusiasmo apelando a sus miedos. Con los que se resisten, igual que con los enemigos, se recurre a mecanismos más sofisticados.  Porque hay batallas que se deciden en la arena y hasta las hay que se ganan en el púlpito pero las más eficaces son las que se baten con el arte de la dominación.




Poder es poder

Lord Tywin es un maestro del oficio. Mueve los hilos, engrasa los ejes, mantiene la máquina de su dominio siempre en marcha. Sabe que el enemigo es doblemente peligroso si duerme en casa y extrema al máximo las precauciones cuando se trata del legítimo sucesor.  Un hijo es el relevo natural  y el poderoso nunca permite ser reemplazado. Es la dinámica del poder: antes muerto que depuesto. 

 “-… Quiero que, en presencia del reino, proclames que soy tu hijo y tu heredero legítimo.
Los ojos de Lord Tywin eran de un verde claro con puntitos dorados, tan luminosos como implacables.
-Roca Casterly –declaró con una voz llana, fría y apagada. Y añadió: Nunca.
La palabra quedó colgando entre ambos, enorme, hiriente, emponzoñada…
-¿Porqué? – se obligó a preguntar (Tyron) aunque sabía que se arrepentiría.
-¿Aún lo preguntas? ¿Tú, que mataste a tu madre para venir al mundo? Eres una criatura deforme, taimada, desobediente, dañina, llena de envidia, lujuria y malos instintos. Las leyes de los hombres te dan derecho a llevar mi nombre y lucir mis colores, ya que no puedo demostrar que no seas mío. Para darme lecciones de humildad, los Dioses me han condenado a ver cómo te contoneáis, mientras exhibes ese orgulloso león que fue blasón de mi padre, y de su padre antes que suyo.”
(Tyron reclama su herencia en de Tormenta de Espadas)

Cuando son las mujeres las que pretenden el trono siempre se topan con algún varón dispuesto a recordarles  que  el mando no es tarea muy grata, que entraña más martirio que satisfacción y que teniendo la posibilidad de recrearse en la paz doméstica no hay necesidad de dedicar la vida a dirigir ni Empresa ni Khalassar. Que el poder es cosa de hombres, vaya, como el Soberano. 


Pero tal y como Cersei muestra a Meñique, el poder es poder. No tiene normas ni género, ni en los siete reinos ni en ninguno de sus infiernos. La aparición del padre-protector no es más que otra táctica para eliminar a un rival.  Las arengas a las mujeres van dirigidas a disuadirlas de su aspiración defendiendo que el recorrido profesional femenino va de la sábana al pañal.


“Ser Kevan estudió su rostro un largo momento antes de responder—. Me pides mucho, Cersei.
(Cersei le pide a Ser Kevan que sea la Mano del Rey)
—No más que mi padre.
—Estoy cansado. —Su tío cogió la copa de vino y bebió un trago—. Tengo una esposa, …  un hijo muerto al que llorar y otro a punto de casarse…
Lancel necesita mi ayuda.
—Tommen también. —Cersei no había pensado que tendría que convencer a Kevan. «Nunca se hizo de rogar con mi padre»—. El reino te necesita.
—El reino. Claro. Y la Casa Lannister. —Bebió otro trago—. Muy bien. Me quedaré y serviré a Su Alteza, el Rey...
—Excelente —empezó a decir ella, pero Ser Kevan alzó la voz para interrumpirla.
—... siempre que me nombres Regente además de Mano, y te vayas a Roca Casterly.
Durante un instante, Cersei no pudo hacer nada más que mirarlo.
—La regente soy yo —le recordó.
-Lo eras. Tywin no pensaba dejarte seguir en ese cargo. Me contó que planeaba enviarte de vuelta a la Roca y buscarte otro marido”
(extracto de Festín de Cuervos)

Sabiendo lo que le pasó a Lord Tywin, tu alegato, Kevan, es como mínimo arriesgado.


Melissandre también anhela un imperio. Si consigue el control religioso acumulará más poder que Cersei, cosa que a la leona, terrenal como es, le está pasando por alto. Desea sentarse en el trono espiritual del reino y gobernar todas sus almas. Le es fácil a Melissandre controlar el cotarro.  Porque “la noche es oscura…”, porque Stanis es Stanis, y porque una mujer si es bruja infunde respeto. Su discurso se parece al de los políticos (todo promesas y trapicheos) pero espolvoreado con  trucos  y crepitando en un caldero resulta muy convincente.



Melissandre guiando a Stannis hacia la luz

Sea mediante arengas,  sortilegios o conjuras todos los aspirantes al gobierno intentan controlar a sus semejantes.

Porque poder es control, dijo Maquiavelo. O información, según Meñique.

Pero poder es poder, dice Cersei.

Y se tiene o no se tiene.

DRAKARIS, dijo la Dragona:




Miss Plumtree


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