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sábado, 17 de noviembre de 2012

Superman también se hace Autónomo



La crisis del periodismo no puede disociarse de la crisis de su modelo de empresa. Es la misma que sufren las industrias audiovisual y musical. La red ha convertido  todos los contenidos intangibles en productos de consumo gratuito provocando una falta de ingresos que pone en jaque al negocio. Nadie, ni manager, ni gurú ha dado con la fórmula que resuelva el enigma: ¿quién va a financiar estos formatos? A tenor de los artículos publicados, parece que el mayor culpable es el periodista y la angustia que alimenta los titulares es la pervivencia su profesión. Pero internet ni aniquilará el cine (léase la demanda en la descargas de la red), ni el periodismo, si no a su actual industria.

El ciudadano no renunciará a saber que pasa en el mundo en el que vive. Como no lo hace ahora, insatisfecho con las informaciones que recibe. Las inquietudes de los usuarios (circulando por las redes en gran cantidad) no parecen coincidir con los enfoques que lanza a la opinión pública la prensa tradicional. La gente quiere, requiere estar informada. Sucede que el periodismo establecido se ha dedicado a dar voz a la política, la economía y el arte también establecidos. Y como señala Joe Sacco “Cuanto más interesado estás en las relaciones con el poder menos te interesa sacar a la luz los problemas que oculta ese poder”.

La prensa deportiva también agoniza.  Vendida a los grandes clubes se deja fuera de foco lo que los futboleros consideran lo más fecundo de este deporte. Iniciativas como Panenka.org cubren ese hueco informativo: Manifiesto Panenka. Dado que las instituciones tienen su canal de información en las prensas tradicionales, el periodismo ciudadano da cobertura a las inquietudes de la población:  Aquí Tetuán. El público demanda información que analice con rigor los hechos que están pautando los tiempos: Inside Job recauda 80.000 € con 12 copias y quiere estar al día de las manifestaciones artísticas que excitan su interés: Poesía, Literatura, Música, …

Se destapan las inquietudes y van surgiendo los nuevos formatos. En un extremo de la cuerda se encuentran las curiosidades globales, en el otro lo más local y especializado. Del análisis geoestratégico al porque de una nueva Gioconda.  Son tantos los temas y por tanto tan diferente el scoop que el periodismo requiere más que nunca del experto que ayude al usuario a desplazarse de un cabo a otro sin perderse detrás del slogan o el twit.

La crisis, la tecnología y las redes no están poniendo en riesgo la profesión del periodista ni cuestionan la necesidad misma del informador. La hegemonía neoliberal barre todos los trabajos por igual, y en cuanto a internet, ofrece herramientas y posibilidades. El periodista de hoy ya no necesita un aparato de edición y distribución que difunda sus artículos. Gracias a las webs, los blogs, la autoedición de libros, facebook, twitter, google,…, ha devenido autónomo.

Esta autonomía,  el crisol de información que el  público demanda y  el interés de la prensa tradicional por mantener líneas editoriales alineadas con el mainstream parecen llevar  el periodismo hacia el periodista de marca: Superman deja el Daily Planet. Un freelance fiel a la noticia y prestigiado por el estilo y el rigor que imprima en sus trabajos: Iñaki Gabilondo entrevista a Jordi Évole

Pero no me parece ontológico centrar todo el debate en las tecnologías. Cuando “el medio” deje de ser noticia volverá al primer plano la cuestión de los contenidos. Tomemos el ejemplo de Wikileaks. Más allá de sí mismo y del comprensible estruendo que provocó su aparición está la información que ofrece: ¿cómo, cuando, en qué orden se difunde?

Además, por impopular que parezca el alegato, no todo está en la red. Existen partes del globo relegadas al analfabetismo digital y poblaciones que están viviendo procesos distintos a la revolución 2.0 (guetos, guerras, pobreza extrema, privación de libertad, de expresión,…) Es necesaria la intervención del periodista para que las realidades de estas gentes dejen de inexistir.   




Fragmento de un reportaje de Joe Sacco

Miss Plumtree


jueves, 8 de noviembre de 2012

Por amigo quiero a Sam



Hubo un tiempo en que para regentar una Panadería te tenían que haber bautizado Mari. De lo contrario te veías obligada a dedicarte a otra cosa.  Por aquel entonces, desconozco los motivos, todas las panaderas se llamaban Mari, los dueños de Bar Manolo y las Antonia eran mujeres con bigotes.

Y es que hay nombres que tienen un lugar concreto en el mundo. Las Sara son folclóricas, los José carpinteros, las Rita un poco ligeras y Lucrecia es, con independencia de cuerpos y estilos, nombre de Diva. Por las mismas razones cuando te llamas Sam eres portador de amistad.
   
Los Sam están bendecidos con el poder transformador de la amistad.  Lo demostró Tolkien con la peripecia del anillo maldito y nos lo recuerda de nuevo Geogre R.R. Martin en  Samwell Tarly. Sam es lealtad y transparencia. O sea, confiable y confiado. Lleva consigo el material genético necesario para construir relaciones.

Le interesan las personas, es indiferente a la competición y aunque se cree un cobarde es el único personaje de Martin con agallas suficientes para mirar de frente su debilidad. Para mi es el Cuervo con mas sentido de servicio. Al extirparle de niño el ego es ahora libre del peso de la vanidad, es fiel a sus valores y pone industria y empeño al servicio de la causa.   

Los Cuervos necesitan hombres como Sam, para que velen por todo lo que va más allá de ellos mismos.  Jon Nieve necesita a Sam, para que le señale todo lo que él por si solo no es capaz de mirar. Sam es lo que necesitamos todos para volver a confiar, ya no en los hombres,  si no en su capacidad de humanidad.

Miss Plumtree