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lunes, 10 de diciembre de 2012

Juicio a una Zorra de Miguel del Arco



“Helena de Esparta, Helena de Troya, Helena la Argiva, Helena la Aquea, (…) la desvergonzada, la seductora, (…) la ruina de Ilion” La perdición de Teseo, la amante de Paris, la infiel, la perjura, la promiscua. Helena.


¿Quién es Helena sin su marido, sin su amante, sin su padre,… sin su vergüenza? ¿Qué nos define?  Medea ha tenido numerosas ocasiones de explicarse por sí misma (Ovidio, Eurípides, Shakespeare…). Pero Helena, la mujer trofeo, poseedora de ese amargo y codiciado don que es la belleza nunca tuvo foro para exponer sus razones. Miguel del Arco, que se atreve con lo más consagrado (desde Pirandello a Nuria Espert), ha enmendado el error y ha subido al púlpito a Carmen Machi para que encarne a Helena y nos cuente en primera persona la versión de su historia.

Carmen Machi entra en escena y necesita solo un minuto para arrancarte la voluntad, arrastrarte hacia su ira y ponerte de su parte. En este estado el espectador recorrerá la vida de la mujer mas bella del mundo desde la primera violación siendo niña hasta hoy, el día de este juicio en que asqueada de su leyenda Helena reclama el olvido. Entre copa y copa de vino se explaya en los detalles de su infortunio y mirando hacia los cielos recrimina a  Zeus Todopoderoso el trato que le reservó como padre y como Tirano.

  


Dice del Arco que concibió la obra para La Machi y acertó porque la actriz despliega su abanico de recursos y se trae a lo tragicómico el drama de la Aquea pasando del odio al ingenio sin mediar transición. No le voy a restar valor al trabajo de Carmen, que está soberbia, pero si  resaltaré que se apoya en un texto brillante que demuestra el arte de del Arco en la difícil empresa de transgredir mitos.

Un texto exquisito. Lo suficientemente inteligente para rebajar a los inmortales a la categoría de humano. Escenografía escueta, diseñada para que se diluya en la sobriedad que necesita un clásico. Y la interpretación a la altura de una hija del Olimpo. Una pieza de una contundencia perfecta.

Vayan y juzguen señores si es cierto que Helena es vacua y zorra.

Miss Plumtree



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