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Me gusta imaginar que la única
condición que Penélope le puso a Ulises para consentir sus prolongados viajes fue
que la mantuviera informada. Que al culminar una etapa le mandara unas líneas
explicando las aventuras con que se había encontrado (logré derrotar a Polifemo, me
raptó Circe en un descuido, o el otro día oí el cantar de unas sirenas…)
Eso explicaría la obstinación de la itacense
en evitar una segunda boda. Porque sabía que su esposo estaba vivo y coleando
de puerto en puerto. Además, el conocer en todo momento la ubicación de su
marido le permitiría colear a ella
también sin temor a que el héroe regresara de súbito y la pillara in
fraganti (tiempo de sobras tuvo, la Dama, de beneficiarse a toda el Ática)
¿Contestaría Penélope a los
mensajes de Ulises? Yo creo que sí. Y estoy segura de que los manojos de cartas
permanecen inéditos y atados con un cordel dentro de algún cofre. En el Palacio
de Ítaca. Y que el día menos pensado un editor mitómano los rescatará del
anonimato para mi entero disfrute.
PS: lo tengo todo preparado, competirán todos los pretendientes en un
torneo de tiro con arco para conseguir mi mano. Disfrázate te mendigo y
mézclate entre ellos. Solo espero que después
de tanto tiempo no hayas perdido habilidad con la flecha.
Miss Plumtree
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