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jueves, 24 de enero de 2013

2989 R

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Hace mucho tiempo, cuando todavía existían las horas viví en el futuro. Era un lugar metálico y anguloso, todo grises. Oscuro después del sol. Dentro de la cápsula, detrás de mi puerta encendía la pantalla para mirar fuera: Algún congénere colgaba la ropa en el tubo interior, avances en el descubrimiento de la vacuna del sueño, las prestaciones del nuevo BM WWW, nuevos ruidos y olores cercanos a la tonalidad verde. La pantalla mostraba sin pausa los avances del mundo. Yo imaginaba mi nombre y pensaba en que  ya no nos  moríamos con la facilidad de antes. Me quedaban recuerdos. Muy pocos. Supongo que valía la pena, en el futuro vivíamos más.  Más años, más gente. Y vivíamos mejor. Gracias a la tecnología y al milagro de la medicina. Prohibieron recrear la psicodelia pero a pesar de la ilegalidad la química todavía nos brindaba oportunidad de ser felices. Algún rato.

Para sobrevivir siempre hay que morir un poco. Dejar cosas atrás. Teníamos que olvidar y nos quitaron el nombre para facilitar el borrado. Aun así a mí todavía me quedaban algunos recuerdos del pasado. Entonces.  Ya no.  Con las cosas y los peligros bajo control vivíamos más seguros. Las puertas dentro de los inacabables pasillos nos protegían de casi todo. De lo desconocido. Del dolor.

Todo estaba ordenado en pasillos. Largos hasta el infinito, para poder guardarlo todo. A todos. Con puertas a ambos lados que daban a las cápsulas. Cerradas. Estaban  numeradas y con una letra al final de cada número. Los pasos de la gente que caminaba por los pasillos retumbaban en las paredes hasta que se fundían con el zumbido eléctrico.

El zumbido eléctrico se engancha a la piel con facilidad. Y da mucho miedo.

Yo solo me sentía a salvo al abrir un libro.

A veces llamaban a la puerta.

Miss Plumtree

martes, 15 de enero de 2013

El punto flaco de Lord Tywin



Tywin Lannister (una de las encarnaciones del poder) ofrece a Tyron (su hijo) el perdón siempre que éste se confiese culpable. Dejaré al margen la relación paterno-filial que se traen entre manos porque ella sola merece un estudio clínico a parte y aunque yo también tenga debilidad por los tullidos y las cosas rotas,  haré lo que Lord Twin,  no permitir que lo personal interfiera en mis negocios.

Lo que me interesa destacar es como esta permuta (indulgencia a cambio de confesión) demuestra que el poder nunca estuvo interesado ni en la verdad, ni en la justicia. Los soberanos lo único que quieren son súbditos que se postren de rodillas.

Esta es una petición que lo rebeldes toleramos muy mal, por supuesto.  Pero tal y como están las cosas (tanto en el antiguo Poniente como en esta vieja Europa)  igual es mejor llevar la revolución a canchas más sutiles.  

Propongo sacar partido de una de las premisas que inspiran a Lord Petyr (otra mano meciendo la cuna). Según  él “todo el mundo quiere algo y cuando uno sabe qué quiere un hombre sabe quién es y cómo manejarlo”

Conocemos su punto flaco: que vengan a suplicarnos pleitesía.

Miss Plumtree