La crisis del periodismo no puede
disociarse de la crisis de su modelo de empresa. Es la misma que sufren las
industrias audiovisual y musical. La red ha convertido todos los contenidos intangibles en productos
de consumo gratuito provocando una falta de ingresos que pone en jaque al
negocio. Nadie, ni manager, ni gurú ha dado con la fórmula que resuelva el
enigma: ¿quién va a financiar estos formatos? A tenor de los artículos
publicados, parece que el mayor culpable es el periodista y la angustia que
alimenta los titulares es la pervivencia su profesión. Pero internet ni
aniquilará el cine (léase la demanda en la descargas de la red), ni el
periodismo, si no a su actual industria.
El ciudadano no renunciará a
saber que pasa en el mundo en el que vive. Como no lo hace ahora, insatisfecho
con las informaciones que recibe. Las inquietudes de los usuarios (circulando
por las redes en gran cantidad) no parecen coincidir con los enfoques que lanza
a la opinión pública la prensa tradicional. La gente quiere, requiere estar
informada. Sucede que el periodismo establecido se ha dedicado a dar voz a la
política, la economía y el arte también establecidos. Y como señala Joe Sacco “Cuanto más interesado estás en las
relaciones con el poder menos te interesa sacar a la luz los problemas que
oculta ese poder”.
La prensa deportiva también agoniza.
Vendida a los grandes clubes se deja
fuera de foco lo que los futboleros consideran lo más fecundo de este deporte. Iniciativas
como Panenka.org cubren ese hueco informativo: Manifiesto Panenka. Dado que las
instituciones tienen su canal de información en las prensas tradicionales, el
periodismo ciudadano da cobertura a las inquietudes de la población: Aquí
Tetuán. El público demanda información que analice con rigor los hechos que
están pautando los tiempos: Inside
Job recauda 80.000 € con 12 copias y quiere estar al día de las
manifestaciones artísticas que excitan su interés: Poesía, Literatura, Música, …
Se destapan las inquietudes y van
surgiendo los nuevos formatos. En un extremo de la cuerda se encuentran las
curiosidades globales, en el otro lo más local y especializado. Del análisis
geoestratégico al porque de una nueva Gioconda. Son tantos los temas y por tanto tan diferente
el scoop que el periodismo requiere más que nunca del experto que ayude al
usuario a desplazarse de un cabo a otro sin perderse detrás del slogan o el
twit.
La crisis, la tecnología y las
redes no están poniendo en riesgo la profesión del periodista ni cuestionan la
necesidad misma del informador. La hegemonía neoliberal barre todos los trabajos
por igual, y en cuanto a internet, ofrece herramientas y posibilidades. El
periodista de hoy ya no necesita un aparato de edición y distribución que
difunda sus artículos. Gracias a las webs, los blogs, la autoedición de libros,
facebook, twitter, google,…, ha devenido autónomo.
Esta autonomía, el crisol de información que el público demanda y el interés de la prensa tradicional por
mantener líneas editoriales alineadas con el mainstream parecen llevar el periodismo hacia el periodista de marca: Superman
deja el Daily Planet. Un freelance fiel a la noticia y prestigiado por el
estilo y el rigor que imprima en sus trabajos: Iñaki Gabilondo entrevista a
Jordi Évole
Pero no me parece ontológico
centrar todo el debate en las tecnologías. Cuando “el medio” deje de ser
noticia volverá al primer plano la cuestión de los contenidos. Tomemos el
ejemplo de Wikileaks. Más allá de sí mismo y del comprensible estruendo que
provocó su aparición está la información que ofrece: ¿cómo, cuando, en qué orden
se difunde?
Fragmento de un reportaje de Joe Sacco
Miss Plumtree
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